II Pedro 1: 1-11
Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado una fe igualmente preciosa como la nuestra, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo. Gracia y paz os sea multiplicada en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. Todo lo que pertenece a la vida y a la piedad nos fue dado por su divino poder, por el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y virtud. Por ese medio nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas lleguemos a participar de la naturaleza divina, y nos libremos de la corrupción que está en el mundo por causa de los malos deseos.
Por esa razón, poned la mayor diligencia en agregar a vuestra fe, virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, piedad; a la piedad, afecro fraternal; al afecto fraternal, amor. Porque si estas virtudes están en vosotros, y abundan, no os dejarán ociosos, ni sin fruto en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. El que carece de ellas, es corto de vista y ciego, y ha olvidado que ha sido purificado de sus antiguos pecados. Por lo cual, hermanos, procurad tanto más afirmar vuestra vocación y elección; porque al hacer esto, no caeréis jamás. De esta manera os será concedida amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
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