martes, 26 de octubre de 2010

La Palabra Diaria

Mateo 15: 21 - 28

De allí Jesús se retiró a la región de Tiro y Sidón. Una mujer cananea de ese vecindario, vino a él, y clamaba: "¡Señor!  ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija está grave, atormentada por un demonio". Pero Jesús no le respondió nada.
Entonces sus discípulos se acercaron a él, y le rogaron: "Despidela, que viene gritando detrás de nosotros".  Él respondió: "Soy enviado sólo a las ovejas perdidas de la casa de Israel".

Entonces ella vino, se postró ante él, y le dijo: "Señor, ayudame! Él le dijo: "No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos".  Ella replicó: "Sí, Señor. Pero aun los pereillos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos".

Entonces Jesús respondió: "Mujer, ¡grande es tu fe!  Sea hecho como quieres". Y su hija quedó sana desde esa hora.

1 comentario:

Soledad Pérez dijo...

Amén, nuestra fe mueve el poder de Dios y dice su palabra: "Sin fe es imposible agradar a Dios"
Bendiciones