Ceñios y lamentad, sacerdotes. Gemid, ministros del altar. Venid, dormid en cilicio, ministros de mi Dios porque la casa de vuestro Dios ha quedado sin ofrenda y libación. Pregonad ayuno, llamad a la congregación, congregad a los ancianos y a todos los habitantes del país, en la casa del Eterno, de vuestro Dios, y clamad al Señor.
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